Siempre que uno mira imágenes del norte argentino, nos encontramos con algunas postales que se repiten. Postales de lugares que se han convertido en clásicos y que ningún turista ha dejado de visitar. Uno de estos sitios es Tilcara, en la provincia de Jujuy, allá en las alturas, envuelta por cerros que adoptan diferentes matices de colores. Un paisaje casi desértico, a no ser por la presencia de dos ríos (Huasamayo y Grande) que hacen que este pueblo se distinga de otros.
Tilcara es un lugar especial, un destino siempre vivo, acompañado de turistas, pero que se ve desbordado especialmente durante las épocas de carnaval y en el famoso enero tilcareño.
Pero aquí vas a encontrar el puntapié para seguir sorprendiéndote con otros atractivos cercanos a Tilcara: La Garganta del Diablo. Este es un sitio especial, tan enigmático como vertiginoso, tan sorprendente como inusual. Un lugar en donde a medida que nos aproximamos el sol se va colando por los resquicios que quedan entre las rocas y en donde se siente el cambio de temperatura. Allí, en la Garganta, se escucha nada más que “el ruido” del silencio, acompañado del correr del agua.
La llamada Garganta del Diablo no es otra cosa que una obra de la naturaleza, en donde se puede observar una especie de “corte” en la montaña, fruto de la acción erosiva del rio Huasamayo.
La cascada, con sus 14 metros de altura, es uno de los atractivos que más les gusta a los turistas, muchos de los cuáles se animan a mojarse, a pesar de que el agua siempre está fría.
Para llegar, el primer tramo se puede hacer en vehiculo, a través de un camino de ripio, laberíntico y con curvas pronunciadas, por eso hay que ir con precaución. Mientras se va ascendiendo, se deja atrás un paisaje de gran atractivo escénico. Luego de varios kilómetros, hay que despedirse del coche y armarse de valor ya que empieza un descenso ideal para experimentar adrenalina. Si no tenes tu propio auto, hay servicios de remis que te llevan.
Llegar a la Garganta del Diablo es una misión que emprenden todos los viajeros y en donde nadie se da por vencido aunque ofrezca cierta dificultad y requiera de una caminata larga. La recompensa de un paisaje único e inimaginable es la motivación principal. En algunos sitios, hay pasarelas que facilitan el descenso, mientras que casi llegando a la cascada hay caminos cada vez más angostos que obligan a pegarse a las piedras.
El camino está abierto todo el año, por lo que no hay excusa para no animarse. Durante los meses de verano, a veces puede ofrecer mayor complejidad dado que las lluvias provocan derrumbes en las montañas.
Por último, dos recomendaciones: es importante contar con calzado adecuado y es conveniente salir temprano en la mañana ya que es un recorrido que toma un tiempo considerado. El ascenso en vehiculo toma aproximadamente media hora y si es caminando, 2 horas. Y a eso, hay que sumar el descenso a la cascada.