En tan solo 3 meses y 2 días, después de incontables horas de planificación y trabajo, Nazarena y yo finalizamos nuestro trámite de ciudadanía italiana. Más que un mero trámite, este proceso se convirtió en un viaje lleno de descubrimientos y desafíos.
Ya les habíamos compartido un poco de nuestra aventura al mudarnos al sur de Italia en busca de nuestra ansiada ciudadanía. Ahora, es hora de cerrar ese capítulo que llevábamos pendiente desde hace años.
Para muchos, el trámite de ciudadanía puede parecer simplemente obtener «un papel» que te reconoce como ciudadano de un país. Sin embargo, detrás de ese papel hay un camino largo y, a veces, complicado. Se requiere recabar información, localizar actas antiguas y enfrentar la frustración de encontrar datos erróneos o inexistentes.
Algunos tienen la fortuna de contar con familiares que ya han realizado este proceso o con abuelos que aún conservan la memoria de esos tiempos pasados. Pero, para otros como nosotros, encontrar el rastro de nuestros antepasados se convierte en un desafío.
Aunque emigramos con una visa de trabajo calificado, el camino hacia la ciudadanía fue otro nivel de desafío. Nos enfrentamos a errores en las actas argentinas, a registros civiles que escribían datos erróneos y a la necesidad de rectificar información.
Hoy, con nuestros nuevos DNI y pasaportes en mano, podemos decir con orgullo: ¡Somos italianos! La inversión de tiempo, esfuerzo y recursos valió la pena.
Este viaje nos enseñó no solo sobre nuestros antepasados, sino también sobre nuestra capacidad de perseverancia y resiliencia. Fue un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, con determinación y trabajo en equipo, se pueden alcanzar grandes logros.
A aquellos que están considerando o ya están en este viaje, les digo: persistan. No solo estarán obteniendo un documento, sino también tejiendo su propia historia y fortaleciendo sus raíces. El sentimiento de pertenencia y logro que se siente al final del proceso es, simplemente, inigualable.